sábado, 3 de febrero de 2018

Clase de Tecnociencia del martes 30 de enero de 2018 (#Filosofía #UMU)

        Tecnociencia, naturaleza y sociedad

Técnica, tecnología y tecnociencia 
clase #2 del martes 30 enero de 2018, 11:00h

Técnica, tecnología y tecnociencia

En una primera aproximación al término ‘técnica’ debemos emplearlo para referirnos a cualquier actividad humana instrumental de segundo orden. Dicho de otra manera, decir, ser humano, y decir técnica o animal técnico es decir lo mismo. La técnica tiene un fundamento antropológico, no tiene un fundamento cultural e histórico como la tecnología o la tecnociencia que ha surgido en la historia. La técnica le ha acompañado al ser humano desde el origen, desde su misma configuración como homo sapiens, incluso mucho antes, prácticamente desde el homo habilis. Hay un pues un proceso bioevolutivo.

En el proceso bioevolutivo compartimos un ancestro común, un origen común, existe un filiación originaria: somos un producto socio-evolutivo de diversificación y diferenciación de especies. La diversificación nos ha llevado a una distinción de especies en función de la capacidad craneana. Un orangután tiene 450 cc de capacidad craneana, el homo sapiens sapiens tiene unos 1500 cc, tres veces más. Tenemos un cuerpo más pequeño pero sin embargo un cerebro mucho más grande. 

Una actividad de segundo orden es una actividad planificada, donde hay técnica hay una planificación, hay una actividad donde se sabe utilizar unos medios para un fin, es una conducta aprehendida y planificada. El ser humano tiene una disposición para la técnica, los animales superiores no tiene la disposición natural para la técnica.

Todo es evolución de la materia y luego de una bioevolución, hay una continuidad. La evolución ha tendido a un cuerpo más enjuto, más débil, pero con una mayor capacidad craneal.

Lo importante es que la técnica ha acompañado al ser humano desde el origen, desde el principio, desde el homo habilis, por ejemplo, enterrar a los muertos, que es una actividad técnica. La técnica, por tanto, tiene un fundamento antropológico. Y esto da cuenta la ciencia y la filosofía, pero ésta no desde una perspectiva descriptiva sino desde una perspectiva trascendental.

Pues bien la técnica es un concepto amplio que abarca tecnología y tecnociencia, y Ortega maneja tres ideas claves:
  1. El ser humano es un mono fantástico
  2. El ser humano es un monstruo técnicamente propicio
  3. La técnica es hija de la fantasía humana

Estas ideas aparecen en un texto de Ortega. 

Heidegger es un tecnófobo: todo lo malo de la humanidad obedece a la metafísica de la presencia; de disponer el mundo a disposición del ser humano. La técnica, dirá Heidegger, es una metafísica consumada, tiene una concepción negativa. 

José Ortega y Gasset
Ortega tuvo una concepción tecno-entusiasta de la técnica y tecnología (diferente a Heidegger). Es más, cree Ortega que la ciencia y la técnica son dos de las grandes realizaciones de la humanidad. Y es su uso por le hombre masa lo que ha llevado a un deterioro cultural, no la técnica en si misma sino el uso que se la ha dado en las sociedad donde ha triunfado el plebeyismo democrático. Todo esto, pues, ha dado lugar en la sociedad al hombre masa; es el mundo lleno, de los teatros, estadios de fútbol, donde el populus ha accedido y ha llenado la sociedad y el problema es que el hombre masa quiere erigirse en árbitro de lo justo y verdadero: es el plebeyismo democrático, es el gran problema de occidente, el triunfo de la mediocridad. Porque para Ortega hay dos tipos de hombres:
  1. los que están capacitados para mandar (muy de Platón) 
  2. los que están destinados a obedecer, que son como “boyas en el mar”.

Cuando la mayoría, el populus, quiere convertirse en estructura de poder es cuando estamos acabados, es el desastre, porque no tiene ni idea ni capacidad. Por lo tanto se ha producido pauperización cultural y surgen las teorías críticas a principios del siglo XX del parlamentarismo cuando las masas acceden al poder. Hay una especie de cierre y teoría elitista del poder de la que participa Ortega.

En El mito del hombre allende de la técnica, de 1953, Ortega se interroga como sería el primer hombre que empezó a serlo. Ortega parte de una observación empírica y es que el ser humano es un ser técnico. La cuestión filosófica es qué tipo de ser llegó a ser o llegó a constituirse como humano para poder tener la técnica. Interesa la perspectiva trascendental, kantiana, la normativa, no la descriptiva, es decir sobre las condiciones de posibilidad, de cómo ha de ser un ser como el hombre para ser un animal técnico o con una disposición natural para la técnica. Ortega vuelve a la pregunta de Kant de qué es el ser humano.

Para responder a esta cuestión, Ortega nos narra un mito y él dice que imaginemos que el ser humano era un mono que vivía en un terreno pantanoso pero por unas circunstancias determinadas (cambio climático, etc., que le puede interesar a la ciencia y pero no a la filosofía) y que cuando tuvo que bajar del árbol sufrió una enfermad infecciosa en los terrenos pantanosos en virtud en la cual se le produjo una hipertrofia cerebral, una encefalitis. Ortega piensa que desde ese mismo instante que en aquel individuo que llamamos ser humano se produjo un proceso de ensimismamiento, todos los animales que no son humanos, viven extrañados (lo contrario de ensimismamiento), es decir, están volcados en su conducta hacia el medio en el que viven, se adaptan al medio, no tienen mundo interior pero el ensimismamiento del ser humano, la hipertrofia, nos da una idea de que el ser humano desde el origen tuvo un rico mundo interior, de deseos, de imágenes, de ficciones, de sueños, un rico mundo de fantasía. De hecho Ortega considera que el ser humano hay que definirlo, no es una res cogitans, sino sino res dramática, no como animal que piensa, sino como mono fantástico, porque a diferencia de cualquier ser animal el ser humano no nace siendo sino nace como proyecto de ser, es, dice Ortega, anhelo radical, deseo de ser, deseo originario; no somos, nos hacemos a nosotros mismos en función de nuestro sueños, de ese mundo interior. En el fondo, dice Ortega, la tarea humana es una tarea de ingeniero porque nos tenemos que fabricar a nosotros mismos y para eso contamos con la técnica. La técnica es la que nos permite realizar nuestros proyectos de vida, nuestros sueños, nuestra fantasía, la técnica es hija de la fantasía. 

De tal modo que si en el mundo animal, excepto el ser humano, todo lo que no es conforme a naturaleza es monstruoso, según la expresión aristotélica, y casi siempre la monstruosidad es castigada por la propia naturaleza. La naturaleza desecha la monstruosidad. Ahora nos encontramos con que el ser humano es un ser monstruoso porque no es conforme a la naturaleza, no tiene instintos, no tiene un plan prefigurado de vida, no tiene ser sino que es un proyecto de ser, es un ser, dice Ortega, que tiene que crearse lugares extra-naturales, es un ser inadaptado que intenta adaptar el medio a él, por eso dice Ortega dice que el ser humano es monstruo natural técnicamente propicio, donde la técnica le da la posibilidad de vivir o sobrevivir. 

Ortega en el fondo continua el mito de Prometo de Platón, los dioses cuando deciden generar todos los seres que estaban dispuestos a salir, le encargan a Prometo el reparto de los dones naturales. Prometo es inteligente pero poco voluntarioso, y su Epimeteo, su hermano, es poco inteligente y sí voluntarioso. El encargo de los dioses lleva la directriz del respetar el principio básico de la naturaleza de orden y equilibrio. La naturaleza es igual a equilibrio. Y así actúo Epimeteo pero tan alegremente que no se dio cuenta que dio todos los dones naturales y dejó una especie sin ninguno: al ser humano. Aquí el relato nos está diciendo que si se acabaron los dones naturales el ser humano es un ser menesteroso, sin dones naturales; entonces, Prometeo, en visto de lo que ha hecho su hermano Epimeteo, por la noche va a la morada de los dioses a la Atenea y roba la inteligencia y el fuego (la razón y la técnica), y se los da a los hombres, ambos son dones o propiedades divinas. Por lo tanto, somos hijos de soberbia, queremos parecernos a los dioses.

Platón tiene una concepción tecnófoba. La sociedad platónica es una sociedad cerrada en la cual propone la idea de una sociedad casi espartana y Atenas se consume en su fuego por las técnicas de la navegación y el comercio. En el fondo, la tierra, el lugar, es lo importante para una sociedad justa, eumonía, donde imperan las buenas leyes y el político es un “tejedor” de los diversos elementos de la polis. En fondo, está el debate de:
  1. La idea de la apertura vs cerrazón social
  2. La polémica entre cosmopolitismo vs nacionalismo.
  3. Los autóctonos vs los metecos (los extranjeros, los sofistas, que saben que la verdad es siempre relativa) 

Hay una coincidencia entre el mito de Ortega y el mito de Platón, y es que los dos coinciden es que estamos hablando de un ser que es menesteroso, que tiene carencias, y que tiene que proveerse de algo que no natural, como es la técnica, para ser propicio. El ser humano es un animal técnico. La técnica tiene un fundamento es antropológico.

Ya veremos que la tecnología ya no lo es, la tecnología no es un producto antropológico, sino que es un producto histórico, se desarrolla en occidente, surge a partir del siglo XIV aproximadamente, donde el papel de la ciencia baconiana, el papel de la revolución militar, el papel de la revolución económica y el papel de la revolución política es fundamental. La tecnología, pues, es hija de las cuatro grandes revoluciones modernas: la militar, económica, política y la científica. 

Nota lecturas complementarias: leer La rebelión de las masas, El mito allende de la técnica, La democracia morbosa de 1917, en el cual denuncia el plebeyismo democrático que es el gran mal de su tiempo.

Fin de la clase. 

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