sábado, 10 de marzo de 2018

Ética en Max Weber a través de sus escritos políticos

Dejo aquí contenido acerca de mi breve exposición sobre "La ética en Weber" en clase de Urbano. Acompaño un resumen y más abajo el link a la presentación en PDF así como un par de vídeos aclaratorios. Cualquier duda podéis comentar más abajo. Gracias por vuestra atención. 

Bibliografía:
  • Jiménez-Díaz, J. F. (2018). "La ética política en Max Weber: contexto, análisis e interpretación". Perseitas, 6(1), pp.99-122.
  • Muguerza, J. (2002). ¿Convicciones y/o responsabilidades? (Tres perspectivas de la ética en el siglo XXI). Laguna: Revista de Filosofía, (11), 23-45.
  • Schmitt, C. (2009). La tiranía de los valores. Buenos Aires: Hydra.
  • Weber, M. (2007). La política como profesión. Abellán García (Trad.). Madrid, España: Biblioteca Nueva.
Estructura del trabajo:
  1. Introducción al autor
  2. Análisis de la ética en Weber

1. Introducción al autor

Max Weber (1864-1920)
Como pensador político, Max Weber desarrolló diversas evaluaciones y juicios normativos sobre los acontecimientos de la época en su tarea como intelectual comprometido políticamente. En tanto hombre político, el autor alemán “estuvo apasionadamente comprometido con el presente y con dar forma al futuro. Pero como académico miró fundamentalmente al pasado y formuló sólo una teoría parcial de la modernidad, que enfatizaba la autoridad impersonal y la cultura subjetivista”.

Sin embargo, Max Weber ha sido estudiado como teórico político en ocasiones puntuales y excepcionales. Esto se debe a que, por un lado, la mayoría de los estudiosos de su obra lo catalogan como fundador de la sociología moderna, y a que, por otro lado, su labor como teórico político de la modernidad tardía resultó incomprendida y fracasó como educador del pueblo alemán. No obstante, él se desempeñó como profesor de sociología al final de su vida académica, la cual estuvo dedicada al estudio empírico y teórico de las religiones, el capitalismo industrial, la economía política y la política liberal-democrática. De este modo, Weber fue un pensador de gran erudición y vastos conocimientos científicos para entender las circunstancias que vivió en su madurez intelectual (1890-1920) como ciudadano alemán y europeo.

Sin duda, Weber fue una personalidad polifacética, de gran sensibilidad humana y dotada de unas cualidades intelectuales extraordinarias tanto para la enseñanza como para la investigación. Ello le permitió dedicarse al estudio de los fenómenos sociopolíticos de su tiempo con notorio provecho y, por ende, profundizó en temas centrales de la modernidad. Así construyó “una obra tan gigantesca como laberíntica y (…) en muchos sentidos, apresurada e inacabada”. En cualquier caso, dicha obra ha dado lugar a múltiples debates académicos y a una amplísima producción de fuentes secundarias, inabarcables incluso para los especialistas en el autor.

La perspectiva weberiana de la política responde a los enormes cambios vividos por las sociedades occidentales de finales del siglo XIX, en las que las masas acceden a la esfera pública, sobre todo a raíz del doble proceso de ampliación del sufragio (democratización) y extensión de la administración estatal (burocratización), produciendo un enorme giro en la visión clásica de la política.

2. Análisis de la ética en Weber

La ética política weberiana se inserta en su teoría política y es en ésta donde el pensador alemán se permite hacer una serie de juicios políticos y evaluaciones contextuales que no aparecen en el resto de su obra, mucho más analítica y empírica.

Por su parte, la ética política weberiana parece idearse a modo de guía para la vida pública, vislumbrando, al menos, tres elementos vertebradores de la acción política:
  • primero, las acciones e instituciones políticas vinculadas a lo que Weber concibe como ética de la responsabilidad (el ser de la política).
  • segundo, los valores e ideales políticos ligados a lo que él concibe como ética de las convicciones o de conciencia (el deber ser). 
  • tercero, la posibilidad de cambiar o transformar las realidades políticas presentes mediante la acción pública (el poder ser).

Sin duda, tales elementos vertebradores de la política condicionan e inspiran la acción pública llevada a cabo tanto por los dirigentes políticos, tipificados por Weber como “políticos profesionales”, siendo la parte activa y dominante del espacio público; como por la ciudadanía que Weber concebirá como “masas”, siendo la parte pasiva y dominada de dicho espacio.

A juicio de Weber, en la esfera política coexisten dos tipos de ética que se hallan radicalmente enfrentadas y que, en último término, el buen dirigente político tendría que saber diferenciar:

Por un lado, para la ética de las convicciones de conciencia (Gesinnungsethik) de orientación idealista y, por ende, vinculada a los ideales absolutos y creencias radicales, el ser humano actúa plenamente convencido de la bondad y/o perfección de sus ideales, sin tener en cuenta las consecuencias de los mismos en sus acciones mundanas. Por tanto, es una ética fundada en las “buenas intenciones” y en los “principios incondicionados”.

Pese a esto, Weber no considera una falta de responsabilidad comportarse de acuerdo con la ética de las convicciones, si se aplica ésta en el estricto campo religioso en el que son pertinentes las convicciones absolutas. El problema aparece cuando los criterios de comportamiento de la ética de las convicciones se extrapolan a otros campos donde rigen otras lógicas de acción y comportamiento, especialmente el campo político.

La ética de las convicciones ligada al ámbito de los juicios de valor, a las concepciones del mundo y a los imperativos categóricos, es concebida como una ética absoluta. Es decir, una ética en la que el sujeto no se pregunta por las consecuencias que tienen sus acciones.

De acuerdo con la ética de las convicciones es mucho más importante el logro de unos fines determinados, que quizá no pueden conseguirse en este imperfecto mundo terrenal, sin importar las consecuencias que tales fines tengan en dicho mundo.

Por otro lado, Weber habla de la ética de la responsabilidad (Verantwortungsethik), en virtud de la cual se trata de considerar las consecuencias de las acciones humanas, ya que éstas pueden ser parcialmente previsibles. Sin duda, la persona que actúa con base en esta ética se responsabiliza de sus acciones, pues en palabras de Weber quien se comporta “bajo la máxima de la ética de la responsabilidad [tiene] que responder de las consecuencias (previsibles) de la propia acción” (Weber, 2007, pp.135-136.). Además, la ética de la responsabilidad es una ética mundana, lo que significa que hay que hacerse cargo de los problemas reales del mundo humano y de la irracionalidad moral del mismo, debido a que la relación entre el bien y el mal es paradójica y contradictoria.

Evidentemente, a la hora de decidir entre las éticas de las convicciones o de la responsabilidad, al político profesional de la modernidad racionalizada y desencantada con fuertes convicciones religiosas, se le presenta un dilema ineludible y fundamental: “salvar su alma o salvar la ciudad”.

Sin embargo, a lo largo de la historia, todos aquellos creyentes y fieles seguidores de las grandes religiones monoteístas “no han creído que los dos términos fuesen incompatibles”, así como muchos de los pensadores políticos más influyentes tampoco diferenciaban entre los bienes del individuo y los bienes de la comunidad, puesto que la política era entendida como la prolongación natural de la ética (Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, etcétera). En tal sentido, quizá el problema no solo sea diferenciar y decidir entre las dos éticas citadas, sino también elegir entre la vía de la ética clásica y la vía de la política, como parece deducirse de la obra de Maquiavelo.

Weber expone que “la ética de las convicciones y la ética de la responsabilidad no se contraponen de manera absoluta, sino que ambas se complementan y solo juntas hacen al hombre auténtico, a ese hombre que puede tener ‘Beruf para la política’” (Weber, 2007, p.150). En este sentido, si dichas éticas no se complementan aparecen dos peligros: el primero de ellos consiste en llevar a cabo la acción política sin valores que la guíen, lo cual llevaría a la total desorientación y desconcierto de los actores políticos; el segundo peligro resulta en que los actores políticos, cegados por sus convicciones, se conviertan en fanáticos defensores de los ideales y éstos adquieran un carácter omnipotente sobre quienes los conciben. Lo cual llevaría a la denominada “tiranía de los valores” en función de la cual el reinado de los valores se tornaría en un infierno, pues cualquier conflicto podría justificarse en defensa de los primeros (Schmitt, 2009, pp.143-144). En ambos casos, para Weber, los actores políticos quedarían alienados y sin posibilidad de dar sentido a sus acciones: en el primer caso la responsabilidad se convertiría en un fin en sí mismo, sin sentido para tales actores, ya que la responsabilidad no puede justificar cualquier acción y decisión. En el segundo caso, los valores se convertirían en un fin en sí mismo, tornándose los actores en meros vehículos de los primeros, dado que los valores tampoco pueden justificar cualquier acción y decisión. Así, se ha dicho que “...la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad no son sino dos tipos ideales que en la realidad no se dan nunca “en estado puro” ni separadamente, sino entremezclados entre sí. Parodiando a Kant, cabría incluso decir que “las responsabilidades sin convicciones serían ciegas” y que “las convicciones sin responsabilidades serían vacías”. Pero la relación entre unas y otras es asunto complejo y convendría demorarse un poco en su complejidad antes de abandonarlo” (Muguerza, 2002, p.27). Vemos las reminiscencias kantianas y su esquematismo.

Es interesante el comentario de Muguerza y debemos poner en relación estas dos "éticas" con el concepto weberiano de tipo ideal. ¿Qué quiere decir tipo ideal? Quiere decir que yo acentúo un aspecto de una realidad social, de un acontecimiento determinado y entonces lo tipifico o catalogo en tales términos. Acentúo u otro aspecto. Esto es, que los tipos ideales no son esencias para Weber sino que son "reconstrucciones que hace el sujeto para poder ordenar los acontecimientos". Entonces ocurre que llamo a unos comportamientos éticos como "ética de la convicción" y a otros como "ética de la responsabilidad", pero es debido a que acentúo un aspecto u otro y no por que estén esencialmente separadas.

Gabriel Navarro Solano

Enlaces de interés:
  1. Presentación en clase en PDF (aquí)
  2. Vídeo sobre los "tipos ideales" en Weber (aquí)
  3. Vídeo resumen sobre la conferencia "La política como profesión" (aquí)

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