Pico della Mirandola |
Pico declara que el hombre es un "gran milagro y un ser viviente admirable" (magnum miraculum et admirandum animal) que hay que anteponer incluso a las criaturas celestes. Mediante el acto de la creación, todos los demás seres han recibido una naturaleza fija, inmutable, y han sido colocados en un orden jerárquico determinado por Dios. En cambio el hombre fue creado en último lugar, para que contemplara y admirara la obra divina. No está predeterminado por su propia naturaleza, sino que tiene la posibilidad de decidir por sí mismo, libre de escoger entre animalidad y divinidad, de abandonarse al instinto o de elevarse hasta la semejanza con Dios. En esta libertad consiste la potencia y la excelencia de este "camaleón" de la creación, capaz de las más sorprendentes metamorfosis. Por dos caminos puede llegar el hombre hasta Dios: por la vida activa y por la vida contemplativa. Pico defiende la primacía de esta última, de la vida contemplativa y recurre a la metáfora de la "escalera de Jacob" para ilustrar esta vía y el proceso de purificación por medio de la moral y de la filosofía. El lavatorio de pie simboliza la purificación de la parte instintiva del alma, el lavatorio de manos la purificación de las emociones. La subida acaba con la consecución de la "epopteia", esto es, de la visión contemplativa de las cosas divinas (rerum divinarum inspectio). Pico halla la idea de que la filosofía conduce a la visión beatifica de Dios en los maestros de las grandes tradiciones como Moisés, Zoroastro y Pitágoras, en los grandes filósofos como Platón y Aristóteles y en las grandes doctrinas místicas, esto es, en los oráculos délficos, en los oráculos caldeos y en la cábala. Con esto justifica Pico su amor y su devoción por la filosofía cuyo método debe ser la "ciencia del número" (scientia numerandi), que no constituye simplemente en una técnica para contar y calcular, sino en una auténtica metafísica del número (de tradición pitagórica y platónica), y que se realiza en la "magia" o en la "teúrgia" como saber supremo, que se funda en el trato con los espíritus celestes.
La importancia de este discurso proviene de la valoración del hombre a la que llega Pico. Representa la culminación de la exaltación moderna del hombre como microcosmos. Decanta la doctrina humanista del hombre contra la tradición medieval y de la abnegación.