Para complementar los apuntes de las prácticas sobre la "Crítica de la razón pura" kantiana.
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La Crítica de la Razón Pura intenta responder a tres preguntas:
• 1ª) ¿Qué posibilidades tiene la razón de cara al conocimiento?
• 2ª) ¿Cuáles son las condiciones que hacen posible la ciencia?
• 3ª) ¿Es posible una ciencia que podamos denominar metafísica?
Kant está convencido de que no sólo para la sensibilidad, sino también para el conocimiento racional, para la moralidad y para el gusto, vale el principio de la filosofía trascendental, es decir, de que toda facultad o disposición del hombre puede encontrar la garantía de su valor y su fundamento, sólo en el reconocimiento explícito de sus propios límites. De esta manera, el reconocimiento y la aceptación del límite se convierten en la norma de validez y fundamento a las facultades del hombre. La imposibilidad del conocimiento de traspasar los límites de la experiencia, se convierte en la base del valor efectivo del conocimiento.; la imposibilidad de la actividad practica de alcanzar la identidad perfecta de la voluntad con la ley moral, se convierte en norma de moralidad que es propia del hombre; la imposibilidad de subordinar la naturaleza del hombre se convierte en la base del juicio estético y teleológico. Kant renunció a salirse de los límites del hombre y esto se debe a que Hume le despertó de su “sueño dogmático”. Pero al mismo tiempo le alejó de toda posibilidad de escepticismo. El reconocimiento de los límites no es para Kant la renuncia a fundamentar la validez del conocimiento y de las manifestaciones del hombre, sino más bien la necesidad de establecer el valor del mismo. Los análisis de los empiristas ingleses pusieron ante los ojos de Kant que la metafísica era una ciencia limitativa y negativa, y le llevaron a cimentar una metafísica entendida como crítica de la razón: el valor del conocimiento humano se funda en sus mismos límites.
Kant comienza por la crítica tanto del racionalismo dogmático como del escepticismo empirista de Hume. Por dogmatismo, entiende Kant, la pretensión de avanzar en nuestros conocimientos partiendo de los puros conceptos filosóficos, sin que la razón misma haya sido examinada en cuanto a la posibilidad de su conocer, es decir, sin que la misma razón investigue sobre sus posibilidades y sus límites. Este racionalismo es una posición dogmática (sueño dogmático) porque los racionalistas no se plantean sobre la posibilidad del conocer de la misma razón, no se cuestionan sus límites, sino que se tiene por hecho, al modo de un dogma no enjuiciable, el que la razón conoce. Aquí radica la postura del Kant crítico: antes de avanzar en nuestras investigaciones es necesario saber si el órgano encargado de conocer puede de hecho “conocer” y a su vez comprobar cuáles son los límites de esa razón. Que la razón de autorregule. Dogmático se opone a crítico.
Por otra parte, el empirismo tampoco solucionaba el problema del conocimiento ya que aportaba una solución parcial al mismo. El empirismo acertaba cuando afirmaba que la metafísica era una ilusión en tanto que prescinde del conocimiento empírico. Pero si se admiten los presupuestos empiristas de que únicamente conocemos lo que nos viene por los sentidos, entonces desembocaremos en el fenomenismo de Hume y esto significaría la destrucción de la posibilidad de toda metafísica y también la imposibilidad de un conocimiento en la misma ciencia empírica, como la física. La posición de Hume es el escepticismo: no hay ciencia ni conocimientos necesarios, sino sólo aparentes y probables. Pero un presupuesto kantiano es que la física de Newton es algo demostrado. Por lo tanto, el empirismo no sólo elimina la metafísica, sino también la ciencia, pero la ciencia para Kant es un factum (es un hecho).
Kant buscó un camino intermedio entre el dogmatismo racionalista y el escepticismo empírico, pero sin que se trate de un eclecticismo, sino de una solución nueva que es el método trascendental o idealismo trascendental. De esta manera, el a priori que admite Kant del racionalismo, el a priori innato y pasivo, se convierte en un a priori activo y estructural. Se trata de un entendimiento que siempre es activo y que se situa en el centro del conocer como su condición de posibilidad, y que es también un entendimiento no intuitivo de ideas innatas.
De esta manera, todo el universo tiene dos aspectos fundamentales: uno es el de los objetos materiales tal y como el hombre los percibe, es el aspecto fenoménico. Y el otro está el aspecto no visto y donde se encuentran las verdades o realidades, el nouménico. No podemos ver las cosas en sí mismas sino las vemos para sí mismas, es decir, para nosotros, bajo nuestro punto de vista fenoménico, tal y como se presentan al sujeto cognoscente (el sujeto que conoce).
Para llegar a este punto se debe producir en nosotros el giro copernicano. Dice Kant en su prólogo, BXIII: “la razón no conoce más que lo que ella produce según su bosquejo”. Kant denominó “revolución copernicana” a su método trascendental y a priori. Del mismo modo que Copérnico refutó las ideas de Ptolomeo de ser la Tierra el centro del universo (geocentrismo), postulando como centro el Sol (heliocentrismo), de forma análoga, Kant se enfrenta a la concepción epistemológica realista defendiendo que el conocimiento del hombre no debe regirse o adecuarse a los objetos sino que debería ser justo al contrario, los objetos se subordinan al sujeto. Es el sujeto el que construye la realidad.
De este modo Kant propone que los problemas tradicionales de la filosofía se resuelven mejor adoptando como hipótesis el punto de vista de que el conocimiento no se rige por el objeto sino éste por el sujeto, ya que, aun admitiendo que todo conocimiento comienza por o con la experiencia, no todo proviene de ella. Por consiguiente, sólo se conoce cuando resulta posible imponer al objeto aquellos elementos a priori, llamados elementos o condiciones trascendentales del conocimiento, a partir de los cuales resulta posible construir juicios sintéticos a priori, tanto en lo referente a la sensibilidad como en lo tocante al entendimiento.
De forma simultánea, partiendo del hecho de que existe verdadero conocimiento tanto en la matemática como en la física, Kant analiza cómo son posibles en dichas ciencias los juicios sintéticos a priori y si son posibles también en metafísica.
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